La semana pasada acudí a unos de los restaurantes que más sensación está creando en Barcelona. Cuyo nombre, que omitiré a lo largo del artículo por motivos que se entenderán, sonaba con fuerza en mi entorno dado que más de un conocido me instó a que fuera a visitarles a sabiendas de mi extremada obcecación por descubrir lugares distintos. En uno de los pequeños respiros que me da Cellarius Experience, cumplí y me planté en el restaurante dispuesto a disfrutar de la velada gastronómica.
Con un local acogedor y coqueto, fui observando cada detalle del establecimiento como si de un reto se tratara -los que tenéis un restaurante entenderéis de lo que hablo- hasta llegar a la mesa. Una vez ahí, carta en mano, diferentes recuerdos fueron surgiendo en mi cabeza en una especia de déjà vu. Platos que me sonaban familiares, combinaciones de productos que ya había encontrado en otra parte e incluso expresiones en el nombre de ciertos platos que se pusieron de moda en otros lugares.
Sí, no tardé más de unos minutos en darme cuenta de que en la carta aparecían multitud de platos y conceptos que son conocidos en otros restaurantes de la ciudad. Lo ocurrido inspiró este artículo. ¿Es lícito copiar los platos de otro restaurante?
Lógicamente no trataré de dar una verdad universal. Tan solo os compartiré mi opinión y esperaré encantado saber la vuestra. En primer lugar, creo que inspirarse en otros restaurantes no es negativo. Al contrario, lo considero una práctica necesaria para salir más allá de nuestra zona y conocer nuevas propuestas que puedan encajar con nuestros clientes. Yo soy el primero que no duda en recorrerse todos los restaurantes habidos y por haber en busca de nuevas experiencias, ideas y aprendizajes.
Pero una cosa es modelar y otra copiar. Inspirarse en el buen hacer de otros es lícito; copiar directamente su creación y hacerla tuya no. Jamás he entendido la eterna manía de muchos chefs a la hora de no reconocer la autoría de los platos. ¿Tanto nos cuesta citar o mencionar al original? Coger ideas, inspirarnos y aprender de los demás me parece genial; copiar sin mencionar al autor es de todo menos ético.
Desde mi humilde espacio en Cellarius Experience, aprovecho este artículo para reivindicar que en nuestro gremio se valore la originalidad de los chefs y que entre todos nos nutramos de conocimientos, ideas y propuestas sin pensar que reconocer o citar a otro es sinónimo de debilidad.
Jordi González Carretero
CEO y Chef de Cellarius Experience